Es un verdadero tesoro escondido, camuflado a simple vista.
Justo enfrente del famoso Museo Prinsenhof, descubrirás una puerta discreta, con una pequeña ventana al lado.
Al entrar, te transportas a una época en la que la vida parecía más inocente.
Imaginás escuchar a niños jugando afuera junto con el sonido de cascos golpeando las calles empedradas.
Estás dentro de una tienda de dulces y artículos para el hogar totalmente operativa que ha sido una tienda desde principios de 1900. Fue iniciada por un hombre que mezclaba pinturas allí, pero hoy en día es gestionada por voluntarios y es oficialmente parte del museo Prinsenhof.
Aquí encontrarás todo tipo de dulces holandeses, la mayoría de los cuales son variaciones de “drop” (regaliz), que puede ser un gusto adquirido si no creciste con él.
¡Y si te encontrás en necesidad de piezas para tus lámparas de aceite antiguas, entonces estás en el lugar correcto también!
